Hércules | Capítulo IV
Título: Hércules.
Año: 2021.
País: México.
Autor: Eduardo García.
Capítulo: "La muerte de Lino"
Capítulo anterior: "Las profecías de Tiresias".
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CAPÍTULO CUATRO
-LA MUERTE DE LINO-
Heracles y su hermano Íficles crecieron en estatura y fuerza o, al menos, el hijo de Zeus sí lo hizo, ambos fueron pupilos de un verdadero maestro de la música, y es que, el talento musical lo tenía en la sangre, su madre era la musa Urania, y su padre, el propio dios de la música, el poderoso Apolo, era natural que, el hermano del increíble Orfeo, fuera realmente bueno para la música, muchos historiadores concuerdan en que fue él quien creó la poesía lírica para la honra de su familia y su patria.
Los mellizos tomaron pues clases con él en Tebas, no se puede decir que tenían talento, porque no lo tenían, Hércules era el peor si de música se trataba, simplemente no era lo suyo, en lo que sí era bueno era en las actividades físicas o deportivas, pero en las intelectuales o artísticas, era un verdadero cabeza dura, mientras que, Íficles no era ni bueno ni malo, sino un estudiante como cualquier otro.
Un día, cuando el maestro Lino le enseñaba a Hércules como debía de tocar la lira, el instrumento musical predilecto de su padre, Apolo, se enfureció tanto y le regañó de igual manera al ya corpulento Heracles que éste no logró contenerse, ni queriendo que no sucediese, explotó y, tomando la lira con la que Lino le enseñaba, le golpeó en la cabeza con tanta fuerza que el pobre maestro murió al instante en el que recibió tal golpazo en el cráneo, cayendo delante de él, toda la gente que presenció de primera mano el asesinato corrió despavorida, asustada por los salvajes instintos de aquel malagradecido estudiante.
Así como el aclamado arquitecto Dédalo, constructor del mítico laberinto de Creta, fue enjuiciado por intentar asesinar a su sobrino Perdix, Heracles también tuvo que comparecer ante los tribunales por su criminal acto contra su propio maestro, todo estaba en contra de él, muchas personas, incluyendo a Íficles, vieron como le golpeó la cabeza a Lino sin motivo aparente, pero, le vino a la mente una sentencia de uno de los jueces del Inframundo que le valió para salirse con la suya.
Radamantis, hermano del Rey Minos de Creta y uno de los tres jueces del Inframundo, había declarado que cualquier persona podría asesinar a otra solamente si se tratara de una legítima defensa propia, arrebatándole la vida al adversario de cualquier manera para salvar la suya, aunque Heracles nunca tuvo peligro de perecer a causa de su maestro que, aunque quisiera, no hubiera podido hacer nada en contra del monstruoso Hércules, salió absuelto de los cargos que tenía en su contra por asesinato.
Anfitrión, temeroso de que Heracles, en sus arrebatos, causara más desgracias contra él o contra cualquiera, lo envió fuera de su reino, mandándolo lo más lejos que pudo, a manera de exilio, el rey mandó a su hijo adoptivo fuera del reino para que cuidara de su numeroso rebaño en el campo, quizá, sin gente rodeándole, su cólera se le sosegaría evitándole más problemas a Anfitrión.
Fue en el campo donde Hércules se encontró con un boyero de nombre Téutaro, que sería maestro del enviado del rey, pero, no le enseñaría ningún arte ni nada intelectual, sino, le enseñaría a utilizar el arco para la batalla, pues, lo más común en la Antigua Grecia eran las batallas, las había por doquier y por cualquier motivo, por más estúpidos o absurdos que parecieran, las guerras solamente se detenían para los eventos deportivos, que eran los Juegos Olímpicos, Píticos, Nemeos e Ístmicos.
Gracias a las valiosas lecciones recibidas por parte de Téutaro, Hércules comenzaría a dar sus primeros pasos en el muy honroso camino de los héroes, alcanzando la mayor fama y grandeza que ningún otro héroe había recibido ni ha recibido jamás, la historia de Hércules recién comienza.
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